Trate a un cliente como si fuera un amigo o un miembro de la familia, dice la figura paterna de Oilon, Ossi Leiwo. A medida que la rela­ción emo­cio­nal se pro­fun­diza, es difícil para un com­pe­ti­dor abrirse paso.

Una buena his­to­ria empre­sa­rial siempre debe comen­zar en un garaje en los subur­bios. Oilon fue fundada en 1961 cuando Urho Lehto y Jorma Mans­sila, ambos de Hel­sinki, notaron una brecha en el mercado de que­ma­do­res de aceite pesado. Su primera oficina fue en un garaje en Maunula, Hel­sinki.

Ossi Leiwo pronto se unió a ellos como finan­cia­dor y experto técnico. La empresa se tras­ladó a la ciudad de Lahti, donde todavía se puede encon­trar la junta direc­tiva y el depar­ta­mento de desa­rro­llo de pro­duc­tos.

Ossi es cono­cido como la figura paterna de Oilon. Dirigió la empresa fami­liar durante 35 años y se jubiló en 2009. Ossi, de 87 años, sigue de cerca las ope­ra­cio­nes comer­cia­les de Oilon.

Pero vol­va­mos a los 60 por un momento:

“En aque­llos días, los patios de Lahti estaban llenos de pilas de leña. Poco a poco la leña des­apa­re­ció y el aceite sus­ti­tuyó a la madera como forma de cale­fac­ción ”, recuerda Ossi.

Oilon tomó un firme control de este desa­rro­llo. Primero, Oilon importó que­ma­do­res a Fin­lan­dia desde Dina­marca, entre otros lugares. Sin embargo, no fun­cio­na­ron lo sufi­cien­te­mente bien, por lo que Ossi quería comen­zar a pro­du­cir los que­ma­do­res él mismo. El direc­tor eje­cu­tivo, Urho Lehto, se encargó del mar­ke­ting.

“Éramos grandes socios. Mi trabajo con­sis­tía en dirigir la empresa y ase­gu­rarme de que el equipo fun­cio­nara. Urho era el talen­toso pre­sen­ta­dor «. Dice Ossi

Pronto Oilon comenzó a vender que­ma­do­res de aceite liviano, que rápi­da­mente se con­vir­tie­ron en el motor del cre­ci­miento.

“Al prin­ci­pio, inten­ta­mos impor­tar­los. Lo mismo: no fun­cio­na­ron, así que comen­za­mos a pro­du­cir­los noso­tros mismos. La nece­si­dad es la madre de la inven­ción.» Dice Ossi.

El cliente es tu amigo

Los pri­me­ros que­ma­do­res de aceite fueron expor­ta­dos a la Unión Sovié­tica en 1965. Luego vinie­ron Suecia, Dina­marca, Noruega y Ale­ma­nia. Sin embargo, Ossi no dejó que el éxito le afec­tara. Desde el prin­ci­pio se dio cuenta de que la era del petró­leo no duraría para siempre. Los que­ma­do­res de aceite pronto se unieron a los que­ma­do­res de gas y luego a las bombas de calor.

“Me interesé en las bombas de calor ya durante la crisis del petró­leo, cuando el precio del petró­leo subió por las nubes. Esto fue en 1979.”

Hemos reco­rrido un largo camino desde el garaje. Muchas cosas han cam­biado a lo largo del camino, pero el respeto por el cliente se ha man­te­nido.

“Una buena rela­ción con el cliente es una remi­nis­cen­cia de una amistad o incluso fami­liar. La con­fianza es la base de todo, al igual que la compra de un coche usado. Cuando se esta­ble­cen con­fianza y una rela­ción emo­cio­nal, es muy difícil para un com­pe­ti­dor para romper a través de eso.”

Los obje­ti­vos de reduc­ción de emi­sio­nes cli­má­ti­cas garan­ti­zan la demanda de tec­no­lo­gías de energía limpia. Oilon es cla­ra­mente parte de la solu­ción: sus que­ma­do­res y bombas de calor reducen las emi­sio­nes de dióxido de carbono en millo­nes de tone­la­das cada año.

Cuando se fundó Oilon, nadie sabía sobre el cambio cli­má­tico. Se creía que la natu­ra­leza se lim­piaba a sí misma. Hoy en día, Ossi Leiwo está extre­ma­da­mente preo­cu­pado por el estado del clima.

“El Día del Sobre­giro de la Tierra se ade­lanta cada año. Hoy ya es agosto. Se siente bien que Oilon ofrezca solu­cio­nes para los desa­fíos cli­má­ti­cos y que las emi­sio­nes se puedan reducir hasta tal punto que nadie tenga que reducir drás­ti­ca­mente su calidad de vida.

¿Qué pasa con el futuro de Oilon?

«Afor­tu­na­da­mente, ese es el pro­blema de otra persona «

* El día de sobre­carga de la Tierra es la fecha del calen­da­rio ilus­tra­tivo cal­cu­lado en el que el consumo de recur­sos de la huma­ni­dad durante el año excede la capa­ci­dad de la Tierra para rege­ne­rar esos recur­sos ese año.